La acción educadora no es solo una actividad sistematizada, que puede estar en constante repetición sin que se llegue a la reflexión, sin tener una acción espontánea de comunicación y de contacto social.
Al contrario, ésta exige una estrecha y confiada relación personal entre el profesor y los alumnos,
no puede desarrollarse de forma satisfactoria sin la conciencia por parte del maestro de los objetivos que se pretenden alcanzar.
Cuando los docentes establecen vínculos con los alumnos y hacen de éstos el soporte de aprendizaje,
se crean condiciones propicias y resultados académicos de más alto nivel, bienestar
y también una satisfacción personal.
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